¡Larga vida al jefe!

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Nunca imaginé llegar a ver un producto de horror y serie B en la televisión. Aunque fuese por internet. El milagro lo ha obrado tito Sam Raimi, ¿quién si no…? El director de Michigan irrumpió con fuerza en el panorama cinematográfico de inicios de los ochenta con un film que rozaba el amateurismo, aunque compensado con grandes e imaginativas dosis de ingenio tras la cámara, un gore ultragamberro y un personalísimo sentido del humor: Evil Dead. El film fue (y aún hoy lo es) una fiesta para los sentidos, un disfrute sin paliativos, un pequeño gran sleeper de esos que tanto gusta de generar a la cinematografía indie americana, y sin lugar a dudas una especie de baby boom de un contingente incontable de aspirantes a directores.

Treinta años más tarde, el bueno de Sam ha conseguido estrenar, casi obligado por la presión psicopática de los fans desde hace más de dos décadas, Ash vs. Evil Dead, la secuela de aquella genial trilogía que completaron en su momento Terroríficamente muertos y El ejército de las tinieblas con un amplio y riquísimo universo lovecraftiano en sus entrañas. El primer episodio, escrito y dirigido por el mismo Raimi, salvó las inmensas expectativas que se habían generado en las redes sociales desde el anuncio de su estreno en la Comic-Con de San Diego del año 2014, de tal manera que una vez visionado muchos ya lo calificaban como el mejor piloto de serie del año. Más allá del hype, que en estos tiempos todo lo corrompe, lo cierto es que el episodio demostró dos cosas: que teníamos ganas de Ash y que no hubo gatillazo. En sentido figurado, claro.

Pero lo mejor del retorno de Raimi a la palestra televisiva para desempolvar ésta, su primera y añorada creación, ha sido ese querer sacarle punta al lápiz, a la mitología y al antihéroe presentados en la trilogía, ese saltar al film original cuantas veces haga falta, para referenciar una historia que pretende renovarse y desarrollarse episodio a episodio con savia nueva. Y todo ello sin restarle un ápice de color y sello al producto, cosa que hablando de televisión, es un pequeño milagro. Por lo visto hasta la fecha, esos primeros cuatro episodios, el viaje nos llevará a los orígenes del Necronomicón y sus creadores los Oscuros, a un esperado reencuentro entre Ash y su mano maldita, y a un enfrentamiento con una misteriosa y vengativa némesis, entre muchas otras cosas. Hay quien especula, incluso, con algún nuevo viaje al pasado de Ash y su equipo, en concreto al viejo oeste, confirmando la vieja teoría que insinua que toda la saga no es otra cosa que un weird western, uno de los grandes géneros bizarro por antonomasia.

Sea como fuere, bienvenidos… ¡Y larga vida a Sam Raimi, a Ash Williams y al Necronomicón!